Muy frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor.
No sé yo que haya en el mundo palabras tan eficaces ni oradores tan elocuentes como las lágrimas.
Si lloras de alegría, no seques tus lágrimas: las robas al dolor.
Desprecia al hombre orgulloso que se avergüence de verter lágrimas.
Las lágrimas son la sangre del alma.
Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida.
El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
No desprecies a nadie: un átomo hace sombra.
Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela.
Purifica tu corazón antes de permitir que el amor se asiente en él, ya que la miel más dulce se agria en un vaso sucio.