El que callar no puede, hablar no sabe
Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina
La magia de la lengua es el hechizo más peligroso
Buen orador es aquel que se convence a sí mismo
No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor
Se aprende a hablar, hablando. A estudiar, estudiando. A trabajar, trabajando. De igual forma se aprende a amar, amando.
Si os halláis precisado a oponeros al dictamen de otro, hacedlo.
La belleza, para ser agradable, debe ser ignorada.
La ciencia que sirve para hacernos orgullosos y que degenera en pedantería no vale mas que para deshonrarnos.
Es una especie de obediencia muy agradable a los ojos de Dios no desear dispensas sin mucha necesidad.