Si quieres destruir la avaricia, debes destruir el lujo, que es su padre.
Las valiosas presas convierten en ladrones a los hombres honrados.
Dos gorriones sobre la misma espiga no estarán mucho tiempo juntos.
El avaro se roba a sí mismo. El pródigo, a sus herederos.
El no ser codicioso es ser rico, y el no tener la manía de comprar es una renta.
Por sus frutos los conoceréis.
No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento
Hay más dicha en dar que en recibir
Perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga tu reino; hágase tu voluntad, así en el cielo como en la tierra; el pan nuestro de cada día dánosle hoy, y perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos de mal