Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento. Son los que saben poco, y no los que saben más, quienes afirman tan positivamente que este o aquel problema nunca será resuelto por la ciencia.
El malo lo es por ignorancia, y por tanto se cura de ello con la sabiduría.
A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.
Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y hambre.
La enfermedad hace buena y agradable la salud, el hambre a la saciedad, el trabajo al reposo.
El camino recto y el rodeo son un único y mismo camino.
Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.