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Un ser humano es libre, no cuando el otro no lo es, sino cuando el otro lo es también.
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Es porque reconocemos que el otro existe que sentimos el deseo de compartir con él la belleza de un crepúsculo, la gracia de una sonrisa, el ritmo de un poema, un recuerdo, un bien, una idea, un descubrimiento, un ideal, una decepción, una esperanza.
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El fanatismo es ciego, vuelve a la gente sorda y ciega [...]. El fanatismo no se plantea preguntas, no conoce la duda: sabe, cree que sabe.
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Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo
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La indiferencia, para mí, es la personificación del mal