Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.
La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
Tres cosas distinguen al hombre superior: siendo virtuoso, está libre de ansiedad; siendo sabio, está libre de perplejidad; siendo valiente, está libre de temor.
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
Amar y reconocer al mismo tiempo los defectos de la persona amada; odiar y saber estimar las buenas cualidades de aquellos a quienes se odia, son dos cosas bastante raras de hallar bajo la capa del cielo.
El hombre más noble a todo se acomoda, aunque no sea obsequioso. El hombre inferior es obsequioso, pero no se acomoda a los demás.
Aprender sin pensar es trabajo perdido; pensar sin aprender es peligroso.