La mediocridad es excelente en los ojos de los mediocres.
Lo que nunca deseo, ni siquiera en los peores momentos, es un estado intermedio entre lo bueno y malo, una especie de término medio tibio y soportable. No, preferible exagerar el arco -mejor un martirio aún peor y en compensación los momentos felices tanto más esplendorosos.
Frente a la muchedumbre, los mediocres son los más elocuentes.
La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta.
Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.
La música es un arte que está fuera de los límites de la razón, lo mismo puede decirse que está por debajo como que se encuentra por encima de ella.
Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta.
Las ideas no tienen importancia alguna. Las ideas son el uniforme vistoso que se les pone a los sentimientos y a los instintos. Una costumbre indica mucho más el carácter de un pueblo que una idea.
Aunque tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanza.
Los que conocen el corazón humano dicen que la edad más romántica, más cándida, más llena de ilusiones para el hombre son los cincuenta años.