Por bien que uno hable, si habla en demasía acabará diciendo alguna necedad.
Quien de verdad sabe de qué habla, no encuentra razones para levantar la voz.
Es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar toda duda.
Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas.
Hablar con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala.
El padre debe ser más amado que la madre, pues él es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan sólo el principio pasivo.
Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, pues, no existe la verdad, es verdad que la verdad no existe.
Como individuo, la mujer es un ser endeble y defectuoso.
El estudioso es el que lleva a los demás a lo que él ha comprendido: la verdad.
El ser de las cosas, no su verdad, es la causa de la verdad en el entendimiento.