Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.
La victoria es por naturaleza insolente y arrogante.
La derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva.
La victoria y el fracaso son dos impostores, y hay que recibirlos con idéntica serenidad y con saludable punto de desdén.
Averguénzate de morir antes de haber conseguido alguna victoria para la humanidad.
La historia me absolverá
Y si alguna de las cosas que decimos las explota el enemigo y nos producen profunda vergüenza, ¡¡bienvenida sea la vergüenza!!... ¡¡bienvenida sea la pena!!, si sabemos convertir la vergüenza en fuerza, si sabemos convertir la vergüenza en espíritu de trabajo, si sabemos convertir la vergüenza en dignidad, si sabemos convertir la vergüenza en moral
Las ideas no necesitan ni de las armas, en la medida en que sean capaces de conquistar a las grandes masas
Nos acompaña la convicción más profunda de que las ideas pueden más que las armas por sofisticadas y poderosas que éstas sean
¡No! Nosotros no perseguimos ningún interés material, y es lógico que los imperialistas no lo entiendan, porque se guían por criterios exclusivamente chovinistas, nacionalistas, egoístas