El hambre suele producir poemas inmortales. La abundancia, únicamente indigestiones y torpezas.
La mejor salsa es el hambre.
Antes de dar al pueblo sacerdotes, soldados y maestros, sería oportuno saber si por ventura no se está muriendo de hambre
Si fuera fácil resolver el problema del hambre, no tendríamos hambre
Cómo hacemos el que tenga hambre que robe
¿Qué poco vale uno ya? Hasta las ratas se suben a ensuciar la azotea de los pensamientos. Esto es lo que hay de nuevo en mi vida: ratas. Ya tengo ratas, piojos, pulgas, chinches, sarna. Este rincón que tengo para vivir será muy pronto un parque zoológico, o mejor dicho, una casa de fieras
El mundo es como aparece ante mis cinco sentidos, y ante los tuyos que son las orillas de los míos
Sangre que no se desborda, juventud que no se atreve, ni es sangre, ni es juventud, ni relucen, ni florecen
Cuerpos como un mar voraz, entrechocado, furioso. Solitariamente atados por el amor, por el odio, por las venas surgen hombres, cruzan las ciudades, torvos
Esta ciudad no se aplaca con fuego, este laurel con rencor no se tala. Este rosal sin ventura, este espliego júbilo exhala