La literatura no es un pasatiempo ni una evasión, sino una forma, quizá la más completa y profunda, de examinar la condición humana.
Escribir para niños es un don, como la poesía, que no está al alcance de cualquiera.
Yo en todos los libros acostumbro a leer el prefacio, porque a veces suele ser lo mejor de la obra.
Un pueblo sin literatura es un pueblo mudo.
No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose.
Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma.
En realidad las cosas verdaderamente difíciles son todo lo que la gente cree poder hacer a cada momento.
Yo creo que desde muy pequeño mi desdicha y mi dicha, al mismo tiempo, fue el no aceptar las cosas como me eran dadas.
Después de los cuarenta años la verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás.