El que callar no puede, hablar no sabe
Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina
La magia de la lengua es el hechizo más peligroso
La prueba de un predicador es cuando su congregación no sale diciendo "qué sermón más bonito", sino "haré algo"
Buen orador es aquel que se convence a sí mismo
Ante cualquier desavenencia no caigamos en el error de dudar o bien de su inteligencia, o de su buena voluntad.
Cuando alguien dice estar de acuerdo, en principio, en hacer algo, quiere decir que no tiene la menor intención de hacerlo.
La política no es una ciencia exacta, sino un arte.
Cuídate de los que sólo ven desorden en el ruido y paz en el silencio.
La vida me ha enseñado a perdonar mucho, pero nunca a esperar perdón