Lo que empieza en cólera acaba en vergüenza.
La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte.
La ira ofusca la mente, pero hace transparente el corazón.
La ira es como el fuego; no se puede apagar sino al primer chispazo. Después es tarde.
La cólera no nos permite saber lo que hacemos y menos aún lo que decimos.
El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho.
La memoria es el centinela del cerebro.
Si el dinero va delante, todos los caminos se abren.
Nosotros debemos nuestra vida a dios, por eso si se la pagamos hoy, no se la deberemos mañana.
Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar.