Antes que nada y sobre todo, prodiguemos la luz. Todo saneamiento comienza por un amplio abrir ventanas. Abramos las inteligencias de par en par. Ventilemos las almas.
El sol, el agua y el ejercicio conservan perfectamente la salud a las personas que gozan de una salud perfecta.
Los médicos no son para eso; su misión es recetar y cobrar; el curarse o no es cuenta del enfermo.
La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer.
El secreto para tener buena salud es que el cuerpo se agite y que la mente repose.
A todo hombre le es concedido conocerse a sí mismo y meditar sabiamente.
Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, abundancia y hambre.
La enfermedad hace buena y agradable la salud, el hambre a la saciedad, el trabajo al reposo.
El camino recto y el rodeo son un único y mismo camino.
Los hombres despiertos no tienen más que un mundo, pero los hombres dormidos tienen cada uno su mundo.