Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento. Son los que saben poco, y no los que saben más, quienes afirman tan positivamente que este o aquel problema nunca será resuelto por la ciencia.
¡Qué felices somos mientras las cosas no tienen todavía nombre, mientras todo se revela por una vez y para siempre, mientras no sabemos nada del caprichoso renacer de las formas!
Las matemáticas son una gimnasia del espíritu y una preparación para la filosofía.
Sólo hay un bien, el conocimiento; sólo hay un mal, la ignorancia.
El amigo ha de ser como el dinero, que antes de necesitarlo, se sabe el valor que tiene.
Cuatro características corresponden al juez: Escuchar cortésmente, responder sabiamente, ponderar prudentemente y decidir imparcialmente.
Desciende a las profundidades de ti mismo, y logra ver tu alma buena. La felicidad la hace solamente uno mismo con la buena conducta.