Uno vive por la realidad; uno existe por el ideal. ¿Queréis apreciar la diferencia? Los animales viven; el hombre existe.
El fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando.
Es más fácil luchar por unos principios que vivir de acuerdo con ellos.
Los únicos ideales que vale la pena tener son los que puedes aplicar a la vida diaria. Y al mundo.
El ideal está en ti; el obstáculo para su cumplimiento también.
La conciencia es la línea recta; la vida es el torbellino. Este torbellino tan pronto lanza sobre la cabeza del hombre negrura del caos como hace brillar sobre ella un cielo azul.
La conciencia es el caos donde se agitan las quimeras, los apetitos y los intentos, el horno de los sueños, el antro de los pensamientos vergonzosos, el pandemónium de los sofismas y el campo de batalla de las pasiones.
La libertad comienza allí donde acaba la ignorancia.
Quien no es dueño de su pensamiento no es dueño de sus actos.
Fácil saber quien no tiene la razón, el que ataca en compensación.