El alma desordenada lleva en su culpa la pena.
Hay un remedio para las culpas, reconocerlas.
Los sentimientos de culpa son muy repetitivos, se repiten tanto en la mente humana que llega un punto en que te aburres de ellos.
Como en las deudas, no cabe con las culpas otra honradez que pagarlas.
Echó afuera esa imperiosa necesidad de culpar a los otros, que es patrimonio específico de los corazones inferiores.
Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento.
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
No basta con hablar de paz. Uno debe creer en ella y trabajar para conseguirla.
Lo más importante en cualquier relación no es lo que obtienes, sino lo que das
Con la libertad viene la responsabilidad. Para la persona que no está dispuesta a crecer, la persona que no quiere llevar su propio peso, esta es una perspectiva aterradora