Todos vivimos bajo el mismo cielo, pero ninguno tiene el mismo horizonte.
El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza.
Que el cielo exista, aunque nuestro lugar sea el infierno.
El cielo se gana por favores. Si fuera por méritos usted se quedaría afuera y su perro entraría.
El que busca el cielo en la tierra se ha dormido en clase de geografía.
La felicidad ininterrumpida aburre: debe tener alternativas.
Los médicos no son para eso; su misión es recetar y cobrar; el curarse o no es cuenta del enfermo.
El celoso ama más, pero el que no lo es ama mejor.
Somos fácilmente engañados por aquellos a quienes amamos.
Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca.