Los celos son la medianería entre el amor y el odio.
Menudencias leves como el aire son para el celoso pruebas irrefutables como un testimonio de las Sagradas Escrituras.
Los celos de la mujer proceden ordinariamente del despecho; los del hombre son hijos del egoísmo.
Ni siquiera la prueba de lo absurdo de sus sospechas podrá consolar al celoso, porque los celos son una enfermedad de la imaginación.
El que no tiene celos no está enamorado.
La dignidad no tiene sitio, ni colectivo, ni plural
El egoísmo, "la práctica del Yo", bajo todas sus formas de "yoismo" y "solipsismo", es una forma de ontología, una manera de entender que el mundo no es más que lo que el Yo entiende por el mundo
No existe el sexo... sólo lo que hacemos con él
El sexo no es solamente la puesta en práctica del sexo. Igual que el lenguaje no es el habla
Decir que "los preliminares sirven para preparar el coito" es dibujar nuestra sexualidad como los niños dibujan un hogar; con un trazo y un tejado rojo