En cuantas cosas emprendemos hay que conceder dos terceras partes a la razón y la otra tercera a la casualidad: aumentad la primera fracción y seréis pusilánimes; aumentad la segunda y seréis temerarios.
Todas las cosas humanas penden de un tenue hilo, y lo que estuvo firmemente establecido se derrumba repentinamente.
La casualidad está siempre al acecho. Ten siempre echado el anzuelo; en el remanso menos sospechado puede estar tu pez.
El hombre tiene mil planes para sí mismo. El azar, sólo uno para cada uno.
En la vida hay que tener en cuenta el azar. El azar, en definitiva, es Dios.
Los que saben mucho se admiran de pocas cosas, y los que no saben nada se admiran de todo.
La religión es algo verdadero para pobres, falso para sabios, y útil para dirigentes.
Toda la armonía total de este mundo está formada de discordancias.
Piensa que cada día es, por sí solo, una vida.
Vive con tus inferiores de la manera que quisieras que tus superiores vivieran contigo.