Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento. Son los que saben poco, y no los que saben más, quienes afirman tan positivamente que este o aquel problema nunca será resuelto por la ciencia.
El malo lo es por ignorancia, y por tanto se cura de ello con la sabiduría.
En los pequeños detalles y cuando está desprevenido es cuando el hombre pone mejor de manifiesto su carácter.
Las más excelsas, las más variadas y duraderas alegrías son las espirituales.
El dolor por el deseo incumplido es mínimo comparado con el del arrepentimiento; porque aquél tiene delante el siempre abierto e inconmensurable futuro, y éste el irrevocable y perdido pasado.
Los hombres vulgares han inventado la vida de sociedad porque les es más fácil soportar a los demás que soportarse a sí mismos.
El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales.