El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Nosotros recordamos, naturalmente, lo que nos interesa y porque nos interesa.
Lo que ocurre en el pasado vuelve a ser vivido en la memoria.
La función intelectual de las dificultades es la de conducir a hombres y mujeres a pensar.
Las sensaciones no son parte de ningún conocimiento, bueno o malo, superior o inferior. Son, más bien, provocaciones incitantes, ocasiones para un acto de indagación que ha de terminar en conocimiento.
La razón y la ley son sinónimos.