Para conocer a la gente hay que ir a su casa.
Si me hubiese quedado tranquilo en mi casa en vez de irme a sufrir por el mundo, ¡no me habría ahorrado pocas penas y pocos zapatos!
Nuestro amor es el hogar, y el hogar pueden abandonarlo nuestros pies pero nunca nuestros corazones.
Al comprar una casa, piensa en el vecino que adquirirás con ella.
El hogar es la prisión de la soltera y el hospicio de la casada.
Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa está muy cerca de entender los de llevar un país.
Vivimos en la era de la televisión. Una sola toma de una enfermera bonita ayudando a un viejo a salir de una sala dice más que todas las estadísticas sanitarias.
En cuanto se concede a la mujer la igualdad con el hombre, se vuelve superior a él.
La misión de lo políticos no es la de gustar a todo el mundo.
Nadie recordaría al buen samaritano, si además de buenas intenciones no hubiera tenido dinero.