No se comprende absolutamente nada de la civilización moderna si no se admite antes que es una conspiración universal contra cualquier tipo de vida interior.
De la misma manera que ha habido estados-nación, habrá naciones-relación. De la misma manera que ha habido fronteras que separaban y diferenciaban, habrá fronteras que distinguirán y unirán, y que no distinguirán más que para unir.
Las ciudades son el abismo de la especie humana.
El camino de la civilización está pavimentado con envases de hojalata.
Como los individuos, las naciones nacen y mueren; pero la civilización no puede morir.
Cuando nos atacamos los unos a los otros, los golpes dan generalmente sobre una máscara de hierro. Nunca atacamos al hombre que está debajo de la máscara, porque no le conocemos; pero si le conociéramos, no le atacaríamos, porque nos parecería bueno, de nuestra misma bondad.
Una ilusión eterna, o por lo menos que renace a menudo en el alma humana, está muy cerca de ser una realidad.
En la primavera del amor los amantes hablan de lo porvenir; en el ocaso hablan de lo pasado.
No basta un gran amor para retener a la persona que se ama, si al mismo tiempo no llenamos su existencia de un rico contenido, innecesariamente renovado.
La fortuna, el triunfo, la gloria, el poder, pueden aumentar la felicidad, pero no pueden crearla. Sólo los afectos la dan.