Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.
Este punto es la montaña que hay que escalar sin actuar. ¡Inteligencia!
Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él.
Los hombres que tienen la expresión inteligente, defraudan después porque no dan todo lo que nos prometieron. En este sentido, es una ventaja parecer tonto.
La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.
Tal como un hombre inteligente no teme parecerle tonto a otro hombre inteligente, el hombre elegante no tendrá miedo de que su elegancia pase inadvertida al gran señor, sino al patán. Las tres cuartas partes de los alardes de ingenio y mentiras vanidosas que los hombres han prodigado, rebajándose, desde que el mundo es mundo, iban dirigidas a inferiores.
La sabiduría no nos es dada; debemos descubrirla por nosotros mismos tras un viaje que nadie puede evitarnos ni recorrer por nosotros.
El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.
El único viaje de verdad, el único baño de juventud, no sería ir hacia nuevos paisajes, sino tener otros ojos, ver el universo con los ojos de otro. De cien otros, ver los cien universos que cada uno de ellos ve, que cada uno de ellos es.
El instinto dicta el deber y la inteligencia da pretextos para eludirlo.