La perversión y la desidia del espíritu corren parejas con las del cuerpo.
El espíritu gobierna el universo.
Si el espíritu es un atributo divino, una existencia conforme al espíritu será verdaderamente divina.
El cuerpo humano no es más que apariencia, y esconde nuestra realidad. La realidad es el alma.
Con el espíritu sucede lo mismo que con el estómago: sólo puede confiársele aquello que pueda digerir.
Una gran sonrisa es un bello rostro de gigante.
Todo el universo visible es un vivero de imágenes y símbolos a los que la imaginación da un puesto y un valor relativos.
Espantoso juego del amor, en el cual es preciso que uno de ambos jugadores pierda el gobierno de sí mismo.
La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.
Consentir que nos condecoren es reconocer al Estado o al principe el derecho de juzgarnos, ilustrarnos, etc.