El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
El pesimismo es un asunto de la inteligencia; el optimismo, de la voluntad
Mi pragmatismo consiste en saber que si golpeas tu cabeza contra la pared, es tu cabeza la que se romperá y no la pared
En el principio era el Verbo... No, en el principio era el sexo
A menudo el que quiere consolar, ser cariñoso, etc. es en realidad el más feroz de los verdugos. Incluso en el afecto es necesario ser ante todo inteligente
La indiferencia es abulia, parasitismo y cobardía, no es vida. Por eso odio a los indiferentes