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Al deseo, acompañado de la idea de satisfacerse, se le denomina esperanza; despojado de tal idea, desesperación.
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La fuerza y el engaño son, en la guerra, las dos virtudes cardinales.
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La ociosidad es la madre de la filosofía.
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Los que aprueban una opinión, la llaman opinión; pero los que la desaprueban la llaman herejía.
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Hay muy pocos que sean tan necios que no prefieren gobernarse a sí mismos antes que ser gobernados por otros.