Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.
En la amistad y en el amor se es más feliz con la ignorancia que con el saber.
Nada perturba tanto la vida humana como la ignorancia del bien y el mal.
La ignorancia genera confianza más frecuentemente que el conocimiento. Son los que saben poco, y no los que saben más, quienes afirman tan positivamente que este o aquel problema nunca será resuelto por la ciencia.
El malo lo es por ignorancia, y por tanto se cura de ello con la sabiduría.
Tres cosas distinguen al hombre superior: siendo virtuoso, está libre de ansiedad; siendo sabio, está libre de perplejidad; siendo valiente, está libre de temor.
Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos.
Amar y reconocer al mismo tiempo los defectos de la persona amada; odiar y saber estimar las buenas cualidades de aquellos a quienes se odia, son dos cosas bastante raras de hallar bajo la capa del cielo.
El hombre más noble a todo se acomoda, aunque no sea obsequioso. El hombre inferior es obsequioso, pero no se acomoda a los demás.
Aprender sin pensar es trabajo perdido; pensar sin aprender es peligroso.