El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Un discípulo de quien jamás se pide nada que no pueda hacer, nunca hace todo lo que puede.
No existe una mejor prueba del progreso de una civilización que la del progreso de la cooperación.
Como fuerza social, un individuo con una idea vale por noventa y nueve con un solo interés.
Es mejor ser un ser humano insatisfecho que un cerdo satisfecho.
La convicción profunda de un hombre le substrae a los ataques del ridículo.