Te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti
Quizás te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida
Dejo la casa donde nací, dejo la aldea que conozco, por un mundo que no he visto. Dejo amigos por extraños, dejo la ribera por el mar, dejo en fin cuanto quiero bien... ¡Quién pudiera no dejar!
Siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida
Porque a mí me podrían arrancar el recuerdo como un brazo, pero no la esperanza que es de hueso y cuando me la arranquen dejaré de ser esto que te estrecha las manos
Y más que cualquier dios, es creadora la esperanza del hombre
El reloj, en mi muñeca, dice que son las cinco de la tarde. La hora de los adioses, la hora en que la misma tarde agita nubecillas en despedida
Creo en la libertad a pesar de los cepos, a pesar de los campos alambrados
Muere un amor en mitad de la esperanza y un silencio sepulta su cadáver de pájaro