Te digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en ti
Quizás te diga un día que dejé de quererte, aunque siga queriéndote más allá de la muerte; y acaso no comprendas en esa despedida, que, aunque el amor nos une, nos separa la vida
Dejo la casa donde nací, dejo la aldea que conozco, por un mundo que no he visto. Dejo amigos por extraños, dejo la ribera por el mar, dejo en fin cuanto quiero bien... ¡Quién pudiera no dejar!
Siempre hay un tiempo para marchar aunque no haya sitio a donde ir
Se despidieron y en el adiós ya estaba la bienvenida
Soy agradecido. Las suaves almohadas no me han dado sino plácidos sueños, enervantes apreciaciones de la vida. Hacía falta a mi voluntad tu agria dureza
¡Cómo lucha mi amor por asirte! Más si es duro tener que alejarte, ¡mis palabras no deben herirte si mis besos no pueden curarte!
El mundo moderno, al dar rienda suelta a la emoción sólo ha conseguido vulgarizarla. Lo que necesitamos es el dominio clásico
Cuando agitas tu cendal, sueño eterno de Martí, tal emoción siento en mí, ¡que indago al celeste velo si en ti se prolonga el cielo o el cielo surge de ti!
Nada diré que sea mentira; iré sobre la claridad, como una espiga al viento, hacia la eternidad