El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
A ningún hombre debe obligársele a hacer el trabajo que puede hacer una máquina.
El verdadero progreso es el que pone la tecnología al alcance de todos.
La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos.
El germen de todo plan y de toda empresa es una idea; no capital, ni trabajo, sino una idea.
El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia.