El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
Nadie es nunca secundario para sí mismo.
Una cierta enfermedad que llaman falta de dinero
El tiempo es el padre de la verdad
El tiempo hace madurar todas las cosas. Mediante él, todas se hacen evidentes. El tiempo es el padre de la verdad
Jamás me sujeto a las horas: las horas son hechas para los hombres, y no el hombre para las horas