El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
La angustia religiosa es, por una parte, la expresión de la angustia real y, por la otra, la protesta contra la angustia real
El problema actual está en prolongar el movimiento inaugurado por Marx poniendo de nuevo en marcha la dialéctica bloqueada por el dogmatismo
Nunca la filosofía, en su más noble sentido, ha tenido tanta importancia como en la era de Stalin
El fin último de nuestra lucha histórica es la conquista de esta unidad del hombre, donde cada hombre sea a la vez técnico y filósofo, trabajador y poeta, maestro de su propio destino y señor de su propio futuro
La felicidad comienza con la desposesión de sí y con la comunión con el todo