Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral.
La libertad política implica la libertad de expresar la opinión política que uno tenga, oralmente o por escrito, y un respeto tolerante hacia cualquier otra opinión individual.
La más estricta justicia no creo que sea siempre la mejor política.
La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres.
Mi ideal político es el democrático. Cada uno debe ser respetado como persona y nadie debe ser divinizado.
Cuando el relativismo moral se absolutiza en nombre de la tolerancia, los derechos básicos se relativizan y se abre la puerta al totalitarismo.
Nos hemos de liberar de la falsa idea de que la fe ya no tiene nada que decir a los hombres de hoy.
Una fe que nosotros mismos podemos determinar, no es en absoluto una fe.
Cuando el hombre se aparta de Dios, no es Dios quien le persigue, sino los ídolos.
Allá donde la moral y la religión son reducidas al ámbito exclusivamente privado, faltan las fuerzas que puedan formar una comunidad y mantenerla unida.