El saber es la única propiedad que no puede perderse.
No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho.
Vale más saber alguna cosa de todo, que saberlo todo de una sola cosa.
Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos.
Cada día sabemos más y entendemos menos.
La risa más agradable es aquella a la que nos entregamos a costa de nuestro enemigos.
Una palabra nos libra de todo el peso y el dolor de la vida. Esa palabra es: Amor.
La alegría más grande es la inesperada.
Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.
Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres.