No hay camino para la paz; la paz es el camino.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados los Hijos de Dios.
La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón.
La paz comienza con una sonrisa.
Que tu pensamiento no rebase el tiempo presente; he aquí el secreto de la paz.
El sabio no enseña con palabras, sino con actos.
Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe.
La perfección del que imparte órdenes es ser pacífico; del que combate, carecer de cólera; del que quiere vencer, no luchar; del que se sirve de los hombres, ponerse por debajo de ellos.
El hombre corriente, cuando emprende una cosa, la echa a perder por tener prisa en terminarla.
Lo que le da su valor a una taza de barro es el espacio vacío que hay entre sus paredes.