El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
La experiencia no consiste en el número de cosas que se han visto, sino en el número de cosas que se han reflexionado.
Cuantos menos caprichos se extraigan de esta vida, más fácil es el camino hacia la otra.
Las lágrimas fueron puestas por Dios en los ojos para deshacer las penas del corazón
La muerte de un hombre libre lava la ignominia de un pueblo de esclavos