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El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
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Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
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Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
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Los deseos deben obedecer a la razón.
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Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.