El hombre es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.
El espectáculo de lo que es bello, en cualquier forma que sea presentado, eleva la mente a nobles aspiraciones.
El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo.
No digáis que, agotado su tesoro, de asuntos falta, enmudeció la lira: podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía.
El mundo es un absurdo animado que rueda en el vacío para asombro de sus habitantes.
Cambiar de horizontes, cambiar de método de vida y de atmósfera, es provechoso a la salud y a la inteligencia.