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Un hombre perezoso es un reloj sin cuerda.
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El corazón necesita amar. Celestial o terrenal, ha de amar algún objeto, y es vano luchar contra esta ley.
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La llama de la vida ha de consumir algo. Si la dejamos encerrada, ociosa, en nuestro interior, nos devora a nosotros mismos.
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Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
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No es muy dificil atacar las opiniones ajenas, pero sí el sustentar las propias: porque la razón humana es tan débil para edificar, como formidable ariete para destruir.