Nuestra felicidad se hace a veces con las cosas que desdeñamos.
Todas las familias felices se parecen entre si, las infelices son desgracias en su propia manera.
La falsa felicidad vuelve duros y soberbios a los hombres, y no se comunica a otros. La felicidad verdadera los torna dulces y sensibles, y halla siempre manera de hacer nuevos participantes de ella.
Es menester, en cuanto esto sea posible, que fundamentéis la felicidad en vosotros mismos, y que encontréis en vuestro ser el equivalente de los bienes que la fortuna os ha rehusado.
Si nos bastase con ser felices, pronto lo conseguiríamos; pero queremos ser más felices que los demás, y ello es muy difícil, tanto más cuanto que consideramos a aquéllos mucho más felices de lo que en realidad son.
La angustia religiosa es, por una parte, la expresión de la angustia real y, por la otra, la protesta contra la angustia real
El problema actual está en prolongar el movimiento inaugurado por Marx poniendo de nuevo en marcha la dialéctica bloqueada por el dogmatismo
Nunca la filosofía, en su más noble sentido, ha tenido tanta importancia como en la era de Stalin
Nuestra civilización vive según el principio de los sofistas atenienses denunciados por Platón, a saber: tener los deseos más violentos posibles y encontrar el medio de satisfacerlos
El fin último de nuestra lucha histórica es la conquista de esta unidad del hombre, donde cada hombre sea a la vez técnico y filósofo, trabajador y poeta, maestro de su propio destino y señor de su propio futuro