Nuestra felicidad se hace a veces con las cosas que desdeñamos.
Todas las familias felices se parecen entre si, las infelices son desgracias en su propia manera.
La falsa felicidad vuelve duros y soberbios a los hombres, y no se comunica a otros. La felicidad verdadera los torna dulces y sensibles, y halla siempre manera de hacer nuevos participantes de ella.
Es menester, en cuanto esto sea posible, que fundamentéis la felicidad en vosotros mismos, y que encontréis en vuestro ser el equivalente de los bienes que la fortuna os ha rehusado.
Si nos bastase con ser felices, pronto lo conseguiríamos; pero queremos ser más felices que los demás, y ello es muy difícil, tanto más cuanto que consideramos a aquéllos mucho más felices de lo que en realidad son.
No pertenecemos a ningún partido, porque ningún partido puede encarnar nuestra meta final
Luchamos porque estamos demasiado estrechamente atados, porque vivimos en condiciones de esclavitud económica y de ambición moral. Hasta tanto no sea aflojadas nuestras ligaduras, no podrán triunfar finalmente el deseo de creación sobre el deseo de destrucción. Debemos estar en paz con nosotros mismos antes de poder estar en paz con nuestro prójimo
Paz es anarquía. Gobierno es fuerza; fuerza es represión, y la represión lleva a la reacción y a las naciones a la guerra. La guerra existirá en tanto exista el Estado. Sólo una sociedad anarquista puede ofrecer las condiciones económicas, éticas y psicológicas bajo las cuales será posible la formación de una mentalidad pacifica
Cuando podamos aventar el temor a la muerte y renunciar a todo deseo de dominar al más humilde de nuestros semejantes, podremos vivir en paz y felicidad. Y esta es la finalidad ultima: no creer, ni sufrir, ni renunciar; sino aceptar, gozar, realizar la anarquía de la vida, en medio del orden de vivir
Somos la victima de un proceso histórico, y nuestra falta de gusto es simplemente el fruto de nuestra falta de libertad social. No tenemos gusto porque no tenemos libertad. Y no tenemos libertad porque no tenemos fe en nuestra común humanidad. La causa del arte es pues la causa de la revolución