Durante siglos, la pena de muerte, a menudo acompañada de bárbaros refinamientos, ha estado tratando de mantener a raya la delincuencia; sin embargo la delincuencia persiste. ¿Por qué? Debido a que los instintos que están en conflicto en el hombre no son, como afirma la ley, fuerzas constantes en un estado de equilibrio