La corona de laurel, donde quiera que aparece, es señal de sinsabores más que de felicidad.
La gloria de los grandes hombres debe medirse siempre por los medios que han empleado para adquirirla.
Siempre hay un lugar en las cumbres para el hombre valiente y esforzado.
Ningún camino de flores conduce a la gloria.
Cuando más grande es vuestra gloria, más cerca estáis de vuestra declinación.
Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace.
Cuando los ricos se hacen la guerra, son los pobres los que mueren.
El hombre nace libre, responsable y sin excusas.
Basta con que un hombre odie a otro para que el odio vaya corriendo hasta la humanidad entera.
Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad.