No pudiendo cambiar los hombres, se cambian sin tregua las instituciones.
La ley es inexorable, como los perros: no ladra más que al que va mal vestido.
La ley suprema es el bien del pueblo.
La multitud de leyes frecuentemente presta excusas a los vicios.
Cuando los hombres son puros, las leyes son inútiles; cuando son corruptos, las leyes se rompen.
Las bases indispensables de la sociedad son el ocio y el lujo.
La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.
El agua, el aire y la limpieza son los principales productos de mi farmacia.
El tonto tiene una gran ventaja sobre el hombre de ingenio: a diferencia de éste, siempre está contento de sí mismo.
De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.