Educar es formar personas aptas para gobernarse a sí mismas, y no para ser gobernadas por otros
Ni español ni extranjero, ni blanco ni negro, ni mujer ni varón. Soy yo sin etiquetas, que es lo contrario del ego. Toda mi vida he luchado por destrozar el ego para que emerja el yo profundo. Ulises dijo al cíclope: “Yo soy nadie. Un hombre sin etiquetas”. Yo también lo soy. Hace años leí en El manantial, de Ayn Rand, una frase que me impresionó: Para decir yo te amo, primero hay que aprender a decir yo
Si la propiedad naciera con la ley, el estado no roba, porque mediante su ley generaría la propiedad. Así es impune y tiene todo el poder
La gente ya está empezando a darse cuenta de que el Estado es demasiado costoso. Lo que aún no terminan de comprender es que el peso de ese coste recae sobre ellos
A menudo, las masas son saqueados y no lo saben
En un Estado totalitario la situación es, permanentemente y en todos los campos, la misma que en los demás países domina algunos ámbitos en tiempos de guerra. Se ocultará a la gente todo lo que pueda provocar dudas acerca de la competencia del Gobierno o crear descontento. Las bases de comparación desfavorable con las condiciones de otro lugar; el conocimiento de las posibles alternativas frente a la dirección efectivamente tomada; la información que pueda sugerir el fracaso del Gobierno en el cumplimiento de sus promesas o en aprovechar las oportunidades de mejorar la situación, todo se suprimirá. Por consecuencia, no habrá campo donde no se practique una intervención sistemática de la opinión y no se fuerce a una uniformidad de criterios
La curiosa tarea de la economía es demostrar a los hombres lo poco que realmente saben sobre lo que ellos se imaginan que pueden diseñar
Dudo si alguna vez ha servido de algo, excepto a los gobernantes y allegados. La historia contradice la creencia de que los gobiernos nos han dado un dinero más seguro del que habríamos tenido sin su derecho exclusivo de emitirla
El monopolio de la emisión de dinero gubernamental, como el monopolio postal, no tiene su origen en el beneficio para el pueblo, sino únicamente en el deseo de aumentar los poderes coercitivos del Estado