El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.
Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos.
No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre tu cabeza, pero sí puedes evitar que anide en tu cabellera.
El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, mas luego se clarifica.
Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna carta.
Los hijos, cuando son pequeños, entontecen a sus padres; cuando son mayores, los enloquecen.