Cuando debo asignar una tarea pesada se la doy a un perezoso; seguro que hallará una manera fácil de llevarla a cabo.
Una y otra vez se aferra uno a las cosas a las que ha tomado cariño y piensa que se trata de fidelidad, pero es sólo pereza.
Un hombre perezoso es un reloj sin cuerda.
La pereza marcha con tanta lentitud que la pobreza no tarda en alcanzarla. Haz marchar tus asuntos antes que ellos te espoleen.
Un hombre con pereza es un reloj sin cuerda.
La oxidación por falta de uso gasta mucho más las herramientas que el propio trabajo.
El hambre espía en la casa de los pobres, pero si la habitan personas trabajadoras, no se atreve a entrar.
El camino hacía la riqueza depende fundamentalmente de dos palabras: trabajo y ahorro.
Si el hombre alcanzara la mitad de los deseos que tiene, redoblaría sus inquietudes.
Sólo el hombre íntegro es capaz de confesar sus faltas y de reconocer sus errores.